lunes, 24 de octubre de 2011

Los miedos.


Toda persona tiene miedos.
Es una afirmación segura y verídica. Todos, absolutamente todos, tenemos un miedo, aunque puede ser que no lo sepa aun.
Unos tienen miedo a las agujas, a las arañas, a la oscuridad, etc.

Yo de pequeña siempre le he tenido miedo a la oscuridad. Detestaba quedarme sola en una habitación a oscuras, pues siempre creía que en la oscuridad nacen los monstruos y que nunca pasa nada bueno a oscuras. Ahora ya crecidita, tengo que admitir que aunque no creo en monstruos ni en fantasmas, sigo teniendo respeto a la oscuridad dependiendo de dónde se de. Me refiero a que yo por ejemplo, duermo con las luces apagadas sin ninguna lucecita ni nada, pero ando aprisa cuando en el pasillo del piso se queda a oscuras.
No se si se le puede llamar miedo a eso.

Y hace poco me preguntaron que si tenía miedo a algo. Hay que decir que soy una persona inconsciente de lo que le pueda pasar, es decir soy muy temeraria en situaciones peligrosas. Y se que son peligrosas, pero es que no tengo miedo a las situaciones así.
Adoro los sitios altos y asomarme. Adoro conducir rápido (y sin una multa, soy la leche), entre otras cosas.
Y cuál es mi miedo?
No le temo a las arañas, me dan asco. No temo perder a nadie, pues ya he perdido a personas a las que amaba y duele, pero no lo temo, es algo que siempre pasará. Agujas? No ser querida? Estar sola? Esta última la superé.
Pero no, nada de lo anterior. Entonces qué es?
Pues no lo se. Y no soy valiente. Pero no se a que le tengo pánico. Creo que tengo miedo de mi misma. De la Yo que hay en un inconsciente, pues es salvaje, sangrienta, descontrolada. Sería la Fénix que Jean Grey (X-men) tiene en su interior.
A veces mis sueños son paranoicos, hermosos, tiernos, desconcertantes y en especial perturbadores. Ese es mi otro Yo.
Y paso pena, que tomando algún estupefaciente, que en una ida de cabeza, Ella salga. Por que de alguien así dudo que pueda salir nada bueno.

Y es que a la par que soy buena persona, soy también un pequeño monstruo en mi interior.

miércoles, 5 de octubre de 2011

El no, ya lo tienes, busca el sí.

Esas fueron las palabras de un buen consejo que intento aplicar.
Ayer hablé de mi caparazón quebrado, el que no llevaré al chapista o como se llame el tipo que arregla la carrocería de los coches, ya que me cuesta un ojo de la cara (imagínate cuánto cuesta encontrar a alguien que arregle caparazones imaginarios a locas desquiciadas como yo!) y por que a pesar de que sigo triste me siento más optimista.

Aprovechando este optimismo, y de que más o menos me siento bien, he decidido no llevar más caparazón y arriesgarme a que todo me haga daño y me duela, pero que no me afecte.
Creo que después de soportar la ruptura de una relación de 5 años, ya puedo domar hasta leones y fieras, jajaja.
Soy algo más fuerte y a la vez más vulnerable, soy más feliz aunque sabiendo que estoy triste por situaciones actuales, soy un poco más sabia pero aun sigo sin decidirme por comprar ese quaderno de tapa bonita, por que todas me parecen preciosas y no encuentro una que muestre lo que soy o como soy.

En fin, avanzo pero no corro. Esto de los sentimientos es jodidamente complicado, más aun cuando estoy pasando una fase adolescente de lio emocional a los 20 años, en los que desgraciadamente ya se expresarme por escrito más o menos bien, y se dónde hacerlo y que los que me leen, si alguna vez lo hacen, tienen que aguantar estas cosas.

En fin, el paso más grande es aceptar lo que hay. Por que no hay más ni hay menos.
Y ayer, leyendo la Bruja de Portobello de Coelho, salió esta frase: "La cuestión no es que te quiera él a ti, sino, si tu estás preparado o puedes darle el amor que él necesita". (o algo así, la cuestión es el mensaje)

Es jodidamente cierto! Estamos a veces tan metidos en lo que queremos recibir que no pensamos en si damos lo que la otra persona necesita.
Y yo, ahora mismo, no puedo dar a nadie. Por que ni siquiera se si puedo darme a mi.
Pero a pesar de ello, siento, y creo que es justo dejar claro a las personas que se siente por ellas.

"Un amigo me dijo, que aprendemos un 25% escuchando al maestro, un 25% escuchándonos a nostros mismos, un 25% de los amigos y un 25% del tiempo".

martes, 4 de octubre de 2011

La debilidad del caparazón

Las personas son como tortugas. No por su lentitud, pues todos viven deprisa, sino por su caparazón.
Todos, creo yo que, sin excepción alguna, tenemos un caparazón, una cara, una concha (bueno, una concha española, aclaro concepto, jaja), una jaula, una capa, un muro... da igual cómo lo llaméis, acaba siendo lo mismo.

Una capa para tapar quién eres. Un caparazón para ocultar que en realidad necesitas ayuda. Un muro para evitar que te dañen.
Y como nadie es arquitecto ni tampoco somos Atlas como para soportar tal peso, el muro acaba resbalándose por la espalda hasta que choca contra el suelo y se resquebraja.
Y es aquí cuando nos deprimimos. Nos deprimimos por que aun seguimos sin nadie quien nos pueda herir, ese muro ha alejado a todo el mundo que quería acercarse a ti. Lloras, por que llegas a ser como eres y tus amigos te repudian por que has "cambiado", cuando en realidad no te has dado la oportunidad de ser quien eres.
Te haces el duro, con una cara que siempre otorga una sonrisa, cuando deseas llorar.

Yo al igual que tantas tortugas llevo el caparazón a cuestas. Y se ha crujido. No pretendo contar mis penas, por que para cuatro gatos que me leen que más da. Este es mi blog además.
Y el crujido a recorrido columna arriba hasta llegar a ese punto de mi cabeza que se llama 'come cocos' y como un baúl de los recuerdos escalofriantes, empecé a sentirme muy mal conmigo misma.
De pensar, "lo has jodido, cómo pudiste joderlo todo tanto?". Y es como, un momento, yo? Solo yo? Pues sí, lo jodí todo hace mucho. Aun sigo cagándola constantemente y me siento mal.
Después de casi un año con mi coraza super perfecta siento que estoy desnuda ante miles de cosas de las cuales el 90% me van a dañar.
Y llevo todo el día queriendo encerrarme en una habitación y llorar, llorar mucho con el repertorio de canciones tristes que no tengo (creo que debería tener una) y luego, después de tranquilizarme, llorar con ese estribillo triste que tiene un precioso fondo de bajo y saxofón sensual.
Y después de caerme en mil pedazos, que queda? Culpabilidad y vulnerabilidad.
Después de casi un año trabajando en mi perfecta coraza, de ser siempre una chica con una sonrisa, después de mucho, ¿he pegado un paso hacia atrás volviendo a ser una sentimentalista, una niña vergonzosa de voz débil, una crédula y demás?
No por favor! No lo se, está todo muy reciente y siento como si (cuidado, la comparación es muy peculiar) sintiera huevos quebrándose en mi estómago.
Y siento que vuelvo a cambiar. Como la serpiente que muda piel, siento que algo se desprende, y hay una capa nueva, pero ahora todo escuece.

Y es muy complicado todo. Siento que todo eso no ha servido de nada. Y que me he cansado de llevar un peso inútil.
No soy una gurú de nada, pero ya lo digo yo, que consejos tengo para todos menos para mi, pero es que yo soy rara.
Tengo que acabar de coser y atar cuerdas, por que está claro que querer expulsar de mi vida a una persona muy importante para mi, no es algo que yo, siendo la reina de la lógica (sarcasmo), haga.

Solo digo, que creo que vale más la pena llorar por alguien o por algo, que llorar por que sí y sin motivo, por que acabas teniendo el perfil idóneo para ser una loca de los gatos más.
Yo ya estoy planificando de ir cruzando especies para hacer un gato nuevo, jaja.

Solo creo que ahora necesito paciencia, evadirme de todo, un buen puñado de incienso y una buena dosis de Lennon, que lo cura todo.